William Hazlitt
Sobre el sentimiento de inmortalidad en la juventud
Seguido de Sobre el miedo a la muerte
Colección: Centellas 167
Traducción de Jordi Quingles
Páginas: 184
Formato: 9,5 x 14 cm
Encuadernación: Rústica
ISBN: 978-84-9716-248-7
Año aparición: 2.020
Precio sin IVA: 11,54€
Precio con IVA: 12,00€
Con su prosa lúcida y mordaz Hazlitt analiza la percepción que se tiene de la muerte en la juventud, y con su lógica impecable y su ingenio, el escritor nos conduce a una visión del fin veraz, ecuánime e inteligente.
William Hazlitt (1778-1830) se considera como un prosista y ensayista prestigioso, quiza el mejor del romanticismo inglés. Fue un hombre de intereses diversos, a los que se dedicó en profundidad: filosóficos, artísticos, literarios y políticos, lo que hace que sea un escritor mati- zado y de múltiples facetas.
Tras una primera educación impartida por su padre, pastor unitarista, y, más tarde, a los quince años, los estudios que cursó en el seminario de Hackney, Hazlitt sintió pronto una clara vocación por la pintura y la literatura. A partir de este momento se forma de manera autodidacta leyendo los grandes filósofos y novelistas del siglo xviii y también estudiando la literatura medieval e isa- belina entre otras. En 1798 conoce a Coleridge y Wordsworth, cuya poesía admirará. También inicia su amistad con Charles Lamb y se integra en su círculo, los intelectuales denominados peyo- rativamente de la Cockney School. En 1802 viaja a París, donde estudia pintura. Será durante esta estancia cuando se despierte su interés por Napoleón Bonaparte, a quien dedicará una biografía.
En 1808 Hazlitt abandona las artes plásticas para centrarse en la literatura, profesionalizán- dose como conferenciante, periodista y ensayista. Fue muy fecundo, y su manera de escribir despojada, directa y elegante resulta fresca y cercana. Él mismo reflexionó sobre su estilo, al que denominó familiar.
A pesar del reconocimiento que obtuvo Hazlitt, su existencia no fue fácil. Ello, en parte, a causa de su radicalismo: afín a la Revolución Francesa, siempre se mantuvo fiel a estos princi- pios y no cedió ante nadie, atacando a todos aquellos que olvidaban el fervor revolucionario. Así, fue distanciándose de amigos y creándose enemigos. Murió pobre pero conforme y orgu- lloso de su destino.
Los textos que presentamos tratan el tema de la muerte, y parece que el escritor presentía su cercano fin, que acepta con la misma ecuanimidad y naturalidad con la que afrontó su suerte.