Jean Giono
El hombre que plantaba árboles
Colección: El barquero 31
Prólogo de Norma L. Goodrich
Traducción de Borja Folch
Ilustraciones de Michael McCurdy
Páginas: 74
Formato: 13,5 x 20 cm
Encuadernación: Rústica
ISBN: 978-84-9716-314-9
Año aparición: 2.007
Jean Giono, uno de los mayores escritores franceses del siglo XX, cuenta en este hermoso relato la historia imaginaria del solitario pastor que, con total desinterés y sin esperar recompensa alguna, plantó cientos de miles de árboles y transformó una tierra yerma en un paraíso. Un canto de amor a los árboles y al silencioso mundo vegetal que purifica y renueva la tierra y nos reconcilia con la muerte.
Esta es la maravillosa historia de Elzéard Bouffier, un pastor imaginario, aunque totalmente creíble, que durante muchos años se dedicó a plantar árboles en una extensa zona de Provenza y convirtió en una zona llena de vida y de verdor lo que antes era un erial desolado. El relato del autor se inicia en 1913, época en que conoce al pastor solitario que plantaba árboles, y termina en esa misma comarca más de treinta años después, cuando la visita después de la guerra y la encuentra convertida en un vergel. Este hermoso relato de Jean Giono encierra un vigoroso mensaje contra la destrucción de la vida y es un canto, sobrio y austero, a la armonía mediante la cual los seres humanos conservan y enriquecen la tierra en la que coexisten con los animales, unos y otros enriquecidos a su vez por el silencioso aunque sensible reino vegetal. La figura del solitario pastor que, de forma totalmente desinteresada y anónima, crea vida allí donde no la había para el bien de los demás seres humanos, constituye un elogio del trabajo en soledad, fuente de toda creación y comienzo de la libre manifestación de la compasión y la piedad. El viejo pastor es un personaje de dimensiones casi míticas, símbolo de la sabiduría que conoce y revela nuestro enraizamiento en la madre tierra. Su sabiduría establece una profunda comunión con el silencioso mundo de las plantas, que purifica y renueva la tierra que nos rodea, nos reconforta y nos reconcilia con la muerte.