El arte de hacerse respetar

Arthur Schopenhauer (1788-1860) ocupa un lugar un poco aparte en la historia de la filosofía occidental. Personaje peculiar, no demasiado propenso a suscitar adhesiones, es especialmente conocido por su carácter hosco, por su pesimismo radical, por su misoginia, por sus críticas feroces a algunos de sus colegas; pero también por su admiración por las doctrinas orientales, de cuya fusión con el pensamiento de Platón y Kant surgirá el núcleo de su sistema, y quizá, sobre todo, por su excepcional dominio de la lengua y la brillantez de su prosa. Son características que inspiran más la simpatía o el rechazo desde una perspectiva emocional que el acuerdo o la disensión desde un punto de vista racional. En todo caso, el interés renovado que este autor parece despertar en las últimas décadas invita a llevar a cabo una revisión y una reevaluación más profunda de la verdadera relevancia de su pensamiento y de su obra, acaso injustamente subestimada por algunos.