Aventuras subterráneas de Alicia

Érase una vez…

…que Lewis Carroll, acompañado de un amigo, se llevó a las tres hermanas Liddell a dar un paseo en barca por el Támesis. Durante este paseo, a requerimiento de Alicia, fue inventando las Aventuras Subterráneas de Alicia. A medida que transcurría el paseo surgieron en la historia imágenes vertiginosas y asociaciones de personajes que, hipnotizados por una espontaneidad y profundidad maravillosa, sorprendieron al mismo Carroll.

Luego, Alicia Liddell le insistió para que escribiera el cuento y pasó la noche caligrafiando con su mejor letra en un pequeño cuaderno que iba ilustrando a medida que escribía. En la Navidad siguiente este maravilloso manuscrito le fue regalado a Alicia con unas «Felicidades para una niña muy querida».

Años después escribió: «recuerdo claramente cómo en un desesperado intento por lanzar algún nuevo cabo en buena ciencia de cuento de hadas, había mandado a mi heroína madriguera abajo, para empezar, sin la menor idea de lo que iba a pasar después». Y es que las Aventuras Subterráneas de Alicia, manuscrito que entonces no estaba destinado a la publicación, está más cerca del pastor protestante, del ordenado profesor de matemáticas, fotógrafo Victoriano, inventor de objetos inútiles, de rompecabezas y cajas de sorpresas, prestidigitador, mago y constructor de teatros de marionetas, que del futuro autor de las diferentes y célebres Alicias.

Para la presente edición se ha consultado el manuscrito original depositado en la Biblioteca del British Museum de Londres y junto a otras láminas hemos reproducido todos los dibujos que hizo el propio Carroll, intentando reflejar la espontaneidad de aquella primera Alicia de un día y una noche de verano, para alegría y provecho de los lectores de esta artesana BIBLIOTECA DE CUENTOS MARAVILLOSOS.