El encanto del rey Beder

La célebre Editorial Calleja tuvo una abundantísima producción de libros infantiles que gozó de enorme popularidad en España e Iberoamérica en las primeras décadas de este siglo. Junto con las obras instructivas y recreativas destinadas a las escuelas, los cuentos para niños fueron el eje central de la producción de Calleja. Editor pulcro y respetuoso para con su público, Calleja buscó siempre la calidad en los textos (obra generalmente de autores anónimos, pero hábiles) y enriqueció sus obras con notables ilustraciones debidas a los mejores dibujantes de la época. Los cuentos infantiles, de acuerdo con la concepción imperante en sus inicios, debían tener una finalidad no sólo recreativa, sino también moral, educativa. Así era en el caso de Perrault, por citar sólo un ejemplo, que terminaba todos sus cuentos con una edificante moraleja. Los cuentos que componen El encanto del Rey Beder —muy representativos del estilo de Calleja— no escapan a esta norma, y de todos ellos podemos extraer una enseñanza positiva, además de pasar un rato agradable con su lectura.

A punto de celebrarse el centenario de la Biblioteca Ilustrada para Niños, la edición que ahora presentamos —que incluye, además, la reproducción en facsímil de un cuentecito en miniatura de Calleja— puede servir de homenaje a la labor de tan benemérito editor, que con sus cuentos hizo las delicias de varias generaciones de niños de ambos lados del Atlántico.